lunes, 7 de julio de 2014

Gelatinas, mis nuevas mejores amigas para bajar de peso


Además de ciertos vegetales, la única colación que me permiten comer libremente es la gelatina light (frutas no, por la fructosa), pero tengo un gran problema. Odio el sabor del Splenda y aun más el del aspartame.

El aspartame incluso me da asco, mucho, desde que leí que se fabrica a partir de las heces de una bacteria E. coli genéticamente modificada.  La bacteria me da asquito porque se encuentra en las heces fecales, en aguas negras. En fin, para mí es como un círculo de dulce asquerosidad.

Insisto,  no me gusta el sabor de los productos light en general. Así fue como dejé de ponerle azúcar al té o al café, porque prefiero mil veces tomarlo solo y disfrutar ese saborcito que ponerle un sobre de lo que sea y empalagarme a los tres tragos, además de que según yo, siempre me dejan un leve rastro amargo. No como nada light, ni yogures, ni mermeladas, ni nada de eso por las mismas razones. Saben feo y a veces los productos están adicionados con harinas y almidones para que cuajen, así que ahí se pierde el supuesto beneficio de que sea ligth.

La stevia me gusta, pero igual sólo la uso como para cocinar, no para agregarla a bebidas, pero la única gelatina sin azúcar, pero con Stevia que encontré en México costaba 480 pesos la bolsa para preparar cinco litros de un sólo sabor. Se me hizo un poco cara, así que tampoco era una opción.

Resulta que las gelatinas light que tengo disponibles en los supermercados, de tres marcas que compré, las tres tienen aspartame. Las comí, porque en esto hay que ser flexibles y adaptarse a lo que hay, pero de verdad, los sabores no me gustan nada de nada.


Estas son las marcas que compré, la imagen la tomé del estudio de la Profeco sobre calidad en gelatinas

Otra cosa que no quiero de las gelatinas comerciales es que traen colorantes artificiales y yo, al ser una persona que tiene tantas alergias, tengo que evitarlos. Además, tanto se ha dicho de los colorantes artificiales (que si alteran las hormonas, que si el cáncer), que el miedo no anda en burro.
Y pues ¿qué le queda a alguien que además de tener un presupuesto ajustada, es delicada y melindrosa? el hágalo usted mismo.

Así que primero se me ocurrió hacer agua de jamaica y ahí mezclarle la grenetina sin sabor y sin azúcar y ponerle un sobre de Superlife (stevia). No saben qué cosa más rica. Después, hice lo mismo con té de canela, de manzanilla, de jengibre, de té verde y un día que andaba escasa de insumos, hasta de café.

Leche no le puedo agregar, porque 240 ml de leche descremada los tengo que descontar de una de mis pocas raciones de hidratos de carbono (sí, la leche me la cuenta como "carbohidrato" porque tiene bastante azúcar). Con leches vegetales (almendra, coco, avellana, etc) no he experimentado, porque por el momento no las tengo permitidas, pero igual al agregarlas, mi gelatina dejará de ser una colación libre y tendré que descontarla de alguna ración. Y no estoy dispuesta a renunciar a este pequeño privilegio.

Por el momento, seguiré comiendo mis gelatinas de infusiones herbales con grenetina y stevia. Y aunque también sé que la grenetina está hecha con cartílagos y huesos molidos de pollos, pescados y hasta de reses, creo que es algo que puedo seguir comiendo sin morirme del asco. Quizá más adelante pruebe con el agar-agar, aunque es más cara.

No les dejo ninguna receta porque lo único que hago es preparar la infusión de la que tenga antojo, preparar la grenetina según las instrucciones del paquete y mezclarlas.

En este momento en el que aún no me acostumbro a mi nuevo plan de alimentación y sueño que como las más perfectas galletas con chispas de chocolate, una gelatina de canela es para mí el cielo.

Por último, aquí les dejo los beneficios de consumir grenetina, que tomé de aquí.

Aporta aminoácidos, concretamente glicina y prolina, que permiten mejorar nuestros huesos, ligamentos y tendones.
Al contener 18 aminoácidos diferentes, crea una nutrición de gran calidad para nuestro organismo.
Contiene vitamina C, la cual interviene en la formación de colágeno, huesos, dientes y glóbulos rojos.
Ayuda a la absorción del hierro de los alimentos y a reforzar nuestras defensas ante una infección.
Por su contenido en fibra, su consumo habitual ayuda a mejorar el funcionamiento del aparato digestivo.
Ayuda a frenar el deterioro de los cartílagos, la descalcificación ósea y reduce el índice de fracturas ósea en gente que padece osteoporosis.
Produce un aumento de hidroxiplorina, que es un componente del colágeno que tiene acción regenerativa sobre las articulaciones.
Contiene arginina, que es un aminoácido que ayuda al organismo a elaborar creatina, compuesto vital para las células musculares.
Produce sensación de saciedad.
Contiene calcio.
Ayuda con problemas de lenta digestión, agruras y gases.
Combate la celulitis.
Fortalece e hidrata el cabello y las uñas.
Es una proteína corporal que proporciona firmeza y tersura a la piel, retrasa la aparición de líneas de expresión, la piel se vuelve más lisa y suave.
Previene los dolores de las articulaciones y ayuda a combatirlos, por lo que es indicada para gente que padece artritis.

martes, 1 de julio de 2014

¿Adiós a Weight Watchers?


Sí, por el momento. Desde finales de diciembre no he ido a ninguna reunión. Por el momento, voy a dejar de usar este sistema aunque el objetico sigue siendo el mismo; lograr un peso saludable.
Yo sola no puedo hacerlo. Si en estos seis meses no he recuperado los pocos kilos que he logrado bajar es por las herramientas y cambio de hábitos que he logrado desde 2011, pero necesito guía, apoyo y supervisión médica, así que he encontrado un equipo que creo, puede ayudarme mucho. Sigo con la psicóloga bariatra que conocí el año pasado. Ella me recomendó una doctora, especialista en diabetes y obesidad, quien a su vez, me mandó con una nutrióloga.
No es que Weight Watchers no sirva. Sí sirve, y sirve muy bien. A manera de despedida, voy a enumerar las cosas que logré con Weigth Watchers y no descarto en un futuro volver, ya que el sistema mejora cada año y pues esto del cuidado de la salud es algo que tenemos que hacer de por vida.

Mis logros
Aprendí a no engañarme a mí misma sobre cuánto y qué estoy comiendo. Aprendí a observarme, gracias a llevar un diario de alimentos. No dejaré de llevar un diario de alimentos, es una herramienta que las especialistas que estoy consultando ahora también utilizan
Aprendí a comer más verduras y frutas. Al ser de 0 puntos, intentaba darles prioridad en cada comida. Eso es algo que tampoco cambiará, no dejaré de comer vegetales libremente, pero las frutas sí las tendré que limitar un poco.
Entendí que no todo es sobre la báscula. El peso es quizá el indicador más importante y poderoso que tenemos, pero también hay victorias fuera de la báscula, como el que la ropa te quede mejor, sentirte con más animo.
Empecé a moverme más. Primero dando pasos con el podómetro, luego me inscribí en un gimnasio y ahora ya soy capaz de hace media hora de ejercicio de tres a cinco días. (Pero eso sí, fue en un laspo de 3 años)
Y por último, pero no menos importante, comencé a construir límites. Al tener una asignación diaria de puntos pues sólo comía hasta acabármelos. Así evitaba comer hasta verle fin a todo aunque no tuviera hambre.
Aprendí a medir porciones y a pesar la comida. Eso es algo que también seguiré haciendo.
Más adelante les contaré cómo me va con mi nuevo equipo contra la gordura.

miércoles, 25 de junio de 2014

El que me digas gorda no me insulta, pero no deja de hacerme sentir mal

Yo no estoy a favor de la corrección política extrema. Tengo un sentido del humor muy negro y suelo ser sarcástica. Me gusta, además, que las cosas sean nombradas tal cual son: anciano, gordo, gorda, ciego, homosexual, indígena, señor, señora. Los diminutivos y los eufemismos me enferman.
Para mí es muy importante el uso claro de los palabras. De eso vivo.
No me molesta que me describan como una mujer de más de treinta, gorda. Porque eso es lo que soy. Estoy gorda. He sido obesa durante más de 10 años y desde hace unos cinco, he tocado la obesidad mórbida. He escuchado a muchas mujeres queriendo insultarse entre sí diciendo "parece señora, mira qué gorda".
La mayoría de las veces me da risa cuando alguien me quiere insultar diciéndome gorda. En lo primero que pienso es "y tú, idiota, porque no puedes pensar en un mejor insulto que eso".
Pero hoy sí me enojé. Ni siquiera estaba dirigido a mí, pero dio la casualidad de que yo estaba ahí cuando alguien dijo "Él es muy sangrón para comer. No quiere comer en ningún lugar donde haya gordas, porque le dan asco". A continuación, un coro de risas de hienas. Alrededor de tres hombres y tres mujeres.
La curiosidad me ganó y no pude evitar voltearlos a ver. Quería saber quiénes eran, porque además estaba en la oficina, un lugar que se supone es Great Place to Work (o sea, no se permiten las malas actitudes y el ambiente debe ser agradable). Estaban parados junto a mi lugar de trabajo.
En cuanto sintieron mi mirada, se quedaron callados. Y la mujer que había dicho lo del asco dijo con miedo "ay, mejor vámonos para acá", alguien más contestó "mejor empecemos la junta" y se metieron, por fin, a una sala de juntas.
Fue esa reacción la que me hizo enojar realmente. El que hubieran pensado que yo me daba por aludida y que se tenían que retirar porque me habían ofendido. Obvio me cayeron mal desde que empezaron a hablar, porque me estaban interrumpiendo con su escándalo.
La psicóloga me ha dicho que suelo proyectarme en lo que veo en la gente. Y no dudo que no me haya proyectado cuando sentí que se iban condescendientemente por que se habían apenado por haber usado gorda- asco en la misma oración junto a una mujer gorda. Fue la condescendencia lo que más me molestó, que crean que mi condición de gorda es insultante y que se atrevieran a pensar que alguien como ellos podía molestarme.
Yo no quiero que me traten con pinzas y entre algodones porque soy mujer y estoy gorda. Sé que tengo un problema, una enfermedad progresiva y que puede ser mortal. Pero no deja de inquietarme que haya gente que me considere "asquerosa".

lunes, 21 de octubre de 2013

Errores al querer bajar de peso: comer cereal de caja

En la más reciente reunión de Weight Watchers a la que fui, un muchacho comentó que él, a las dos horas de haber cenado, ya tiene mucha hambre otra vez y no puede evitar buscar algo en refrigerador para picar, aunque sea una rebanada de jamón.

Esto lo angustia y siente que entorpece su meta para perder peso. ¿Y qué es lo que él cena? ¡Cereal con leche! una de las peores cenas y también desayuno que podemos comer.

Sé que la publicidad nos bombardea diciendo que tal cereal nos ayudará a bajar de peso si lo comemos por la mañana y por la noche, pero eso no taaan cierto.

Sabemos ahora que el cereal de caja tiene mucha azúcar, cualquiera, en cualquier presentación. Hasta el famoso Special K tiene más azúcar que los Corn Flakes normalitos.

Y el azúcar lo único que nos hace, es producirnos más apetito. La leche también tiene azúcar en forma de lactosa, aunque sea light.  La deslactosada debe tener menos azúcar obviamente, pero no sé porque como yo no la consumo, no he investigado. La fruta tiene  azúcar en forma de fructosa. En suma cereal+leche+fruta es haaarta azúcar. Claro que también va un poco de fibra y proteína, pero no tanto para mantenernos saciados hasta la mañana siguiente. Por eso mi compañero necesita comer otra cosa. No tiene ansiedad. Tiene hambre.

No sé porqué la gente tiene tan arraigada la creencia de que el cereal de caja es saludable. Siempre que he querido comentar lo del azúcar en los cereales de caja en la oficina, todo mundo me contesta, "pero yo sólo como Special K o All Bran, esos son buenos". Imagino que me descalifican porque, como me ven gorda, ps no tengo calidad moral para opinar.

En serio, si quieren bajar de peso, dejen de comer cereal de caja. No lo digo yo, sino un montón de especialistas.

Aún así, hay especialistas que pueden equivocarse. Creo que este ejemplo ya se los había contado, pero aquí va otra vez.

Una nutrióloga una vez me dio un plan de alimentación en el que, como desayuno, podía comer 1 taza de Special K con leche y fruta, a media mañana una fruta o un jugo Jumex light, en la comida arroz al vapor y alguna carne magra y verduras y del resto no me acuerdo.

Una amiga, que iba a la misma nutrióloga al mismo tiempo que yo, se tomaba el jugo como colación. Yo, por ahorrativa, comía manzanas o peras. Yo sí lograba bajar, ella no. Supongo que al final, la manzana tiene menos azúcar y obvio, fibra, cosa que el jugo no.

Ahora me doy cuenta de que nuestro plan de alimentación estaba lleno de azúcar. La porción de cereal es 1/4 de taza. 1 taza son cuatro porciones. Cada porción tiene 17 gramos de azúcar. O sea, me estaba metiendo a la boca unos 68 gramos de azúcar, sin contar la lactosa y la fructosa.

¿Qué nos recomendaron en Weight Watchers? cenar con un poco de proteína e incluir vegetales. Sí, vegetales. Ni modo. Hay que comerlos.

De ejemplo,  pusieron dos tortillas de nopal con un poco de queso y hongos o flor de calabaza. Yo he estado cenando esas dos tortillas de nopal con el queso y una untada de frijoles, más lechuga, jitomate y cebolla. Y me ha ido bastante bien.

Ustedes busquen la opción que más les guste, pero en serio, traten de evitar los cereales de caja, al menos para comerlos diariamente.

viernes, 11 de octubre de 2013

La báscula no miente, pero no lo es todo


En mi casa no hay báscula. Hace muchos años me entró una obsesión tan grande por saber cuánto pesaba, no cada día, sino prácticamente después de comer, de tomar agua, de ir al baño...

Obvio era una tortura, así que la báscula tuvo que irse y desde entonces decidí que sólo me pesaría
cuando fuera al doctor, nutriólogo, etc.

Sin embargo, la tortura siguió. Y así cada vez que me pesaba veía cómo la aguja cada vez marcaba una cantidad más grande. Y ahí iba yo otra vez a hacer dieta de pechuga y lechuga, a tomar y comer cuanta cosa me dijeran que era buena para bajar de peso.

Entre las cosas que hice se encuentra el sólo comer manzanas y tomar agua mineral durante una semana, hacer la "dieta de la luna", comer sólo sopa de verduras...y obvio bajaba de peso, para volver a comer igual que antes y volver a subir lo bajado y unos kilos más y así hasta llegar al punto en el que estaba hace unos meses.

Hasta hace unos días, me pesaba en tres lugares diferentes: con la psicóloga, en mis reuniones de
Weight Watchers y en el gimnasio (¡Ya llevo seis semanas en el gimnasio!).

Y en todas peso diferente. La báscula que utiliza la psicóloga mide los niveles de grasa y descuenta
kilos por la ropa, mientras que la del gimnasio y la de WW no la descuentan, además de que la
primera es mecánica y la segunda es electrónica.

Después de mis breves vacaciones oaxaqueñas, subí 2.600 gramos, de acuerdo con la báscula de WW. Me pesé un lunes a las 7 de la tarde, después de haber comido. Para el domingo siguiente, la báscula había marcado -3.800 kilos menos. El detalle es que me pesé por la mañana, en ayunas.

Al día siguiente, me pesaron y midieron en el gimnasio. Pesé -.600 gramos que un mes antes, medí un centímetro menos de todas partes y bajé 1% de mi porcentaje de grasa general. Me subí a la báscula a las 6:00 de la tarde, después de comer y tomar agua.

La psicóloga ha dejado de pesarme y medirme. Literal, me dijo que tengo que dejar de ver la báscula como si fuera mi verdugo o el juez que me da su aprobación o me condena, por lo que nos centraremos en el objetivo principal, que no es bajar de peso, sino
tener una buena salud.

Así que en eso trabajo ahora. En aprender a comer bien, encontrarle el gusto a hacer ejercicio, limpiar mi cabecita de las ideas que me atormentar. Encontrar un balance y bienestar en general.

Y la báscula no miente, pero no tiene toda la información sobre mí y sobre lo que estoy haciendo. Por lo tanto, creo que es injusto darle tanta importancia al grado de que sea mi mayor miedo o mi triunfo de la semana.

Y creo firmemente que la báscula irá registrando buenos resultados, pero como una suma de todos mis esfuerzos.



jueves, 26 de septiembre de 2013

"Me tomé unos días de descanso" y otros errores al intentar bajar de peso

La inconstancia, inclinarme por un sólo tipo de alimento (en especial carbohidratos), no calcular las porciones adecuadas y creer que una simple caminata sirve para "quemar" una comida excesiva son algunos de mis errores más frecuentes.

Estos se volvieron un verdadero lastre en los últimos días, al grado de que al subirme a la báscula, la muy desalmada me marcó dos kilos más en menos de dos semana.

Yo creía que no estaba haciendo "TAN MAL"  las cosas. Pero como de nada sirve el autoengaño ni la autocomplacencia, ahí les va la historia de lo que pasó en este tropezón.

ME TOMÉ UNOS DÍAS DE DESCANSO, TAMBIÉN DE LA "DIETA"

Así es... me tomé unos días de descanso y aunque no pensaba hacerlo, dejé de contar, de llevar mi diario de alimentos y de escuchar a mi superyo que todo el tiempo me decía "NO ESTÁS COMIENDO SUFICIENTES VERDURAS". 

Hace un par de días fue mi cumpleaños y para celebrarlo, visité la ciudad de Oaxaca. Bueno, Oaxaca cuenta con una gastronomía diversa en la que lo más representativo es el mole negro, el tasajo (carne salada tipo cecina), chapulines (grillos tostados con sal) y el chocolate.

 Me había jurado que este año no habría maratón de comilona para festejar. Llevo mucho tiempo tratando de dejar de asociar la comida con premios, descansos, festejos, relajación, etc.

Esto obviamente todavía no lo tengo aprendido, porque en cuanto me sentí de vacaciones y en pleno festejo...¡zaaaz!, lo primero que hice al llegar a mi destino fue tomar tamaño tazón de chocolate con leche con un pan de yema. Aunque en Oaxaca la bebida se prepara en agua, muchos turistas, como yo, insistimos en que nos lo preparen con leche, porque sabe más rico...aunque tenga más grasa y azúcar por la leche.
Como medio litro de chocolate y nomás medio pan...la otra mitad ya la traía puesta.

Ese mismo día, que era el de mi cumpleaños, mi amado esposo me llevó a un restaurante que me gustó mucho por su estilo colonial:

Restaurante Catedral, ubicado en el centro histórico de Oaxaca.


Ahí  cenamos esto:

Plato oaxaqueño para dos con quesillo asado, queso de petate, tasajo a las brasas, cecina enchilada, chorizo oaxaqueños, chile relleno de chapulines con queso Oaxaca  y un tamal de mole negro...tan delicioso todo.
A eso debo sumarle un delicioso cheesecake que el restaurante nos regaló en cortesía por el festejo.

Cheesecake con salsa de frutos rojos, con costra de nuez. Además me cantaron "Las mañanitas".

Y todo eso nada más de desayuno y cena. Me falta la comida, que fue en un buffet en donde había siete tipos de moles, además de tasajo, cecina, tacos, sopas... yo comí una sopa de flor de calabaza, mole negro,  tasajo y hartos totopos.  En los otros buffets fue lo mismo: un poco de sopa con verduras, mucho mole, carne y tortillas. Además, probé de todos, todos los postres, entre los que había flan, pan de elote, de zanahoria, mousse de mezcal...

El ritmo y cantidad de las comidas fue más o menos igual por los otros tres días, excepto por la cena. Nada más un día cenamos así y el resto nos contentamos con un elote con chile y limón.

Y pues aunque he escuchado que dicen que pues si estás de viaje y celebrando disfrutes de la comida, el problema conmigo es que no puedo parar y me dejo ir como hilo de media sin detenerme a razonar las cantidades de lo que estoy comiendo. "Al fin que estoy celebrando y me lo merezco".

CAMINANDO BAJO LO QUE ME COMÍ

Tuve una intensa actividad física porque caminé mucho todos los días, todo el día,  por toda la ciudad y por zonas arqueológicas como Monte Albán y Mitla, así que yo creía que los daños por mis excesos podrían amortiguarse un poco, además de que la semana previa a mi breve viaje estuve muy aplicadita.

Bueno, pues para empezar, para quemar unas 500 calorías hace falta en promedio, de 40 minutos a una hora de ejercicio intenso.

Y aunque mis caminatas fueron largas, obvio fueron a paso turista, contemplando el paisaje. Y evidentemente por mucho que traté de moverme, fue más lo que me metí por la boca, así que solo es cuestión de hacer las sumas.

Entiendo que de vez en cuando no hay problema si nos damos un gusto. Pero en mi caso, nunca es sólo un gusto. Todavía no aprendo a moderarme, a equilibrar lo que como y si me salgo de mi rutina, todo se me viene abajo.

El drama verdadero es que me costó meses de bastante trabajo bajar esos kilos y me tomó menos de dos semanas volverlos a subir. Así que estoy bastante enojada, porque además ni siquiera puedo decir que lo disfruté al máximo.

Nunca dejé de pensar cosas como "mejor cómete el nopal asado y la carne en lugar del tamal y tanto mole", "quítale lo capeado al chile", "sólo prueba el pastel, pero no te comas todo", "no comiste verduras en el desayuno ni a medio día, come ensalada grande en el buffet antes de cualquier otra cosa".

 El problema es que sólo lo pensaba, pero no lo hacía y luego me daba remordimiento porque sabía que me traería consecuencias, pero al mismo tiempo no podía dejar de comer...

En fin. Ya estoy otra vez apuntando, calculando, midiendo, pesando, dando prioridad a las verduras, retomando el ejercicio, porque ya ni llorar es bueno.



viernes, 13 de septiembre de 2013

Plan para no quedar con la piel colgada tras bajar de peso, primera parte

Sospecho que a veces hago las cosas por los motivos equivocados. Pero bueno, lo importante es que ya estoy "moviendo el trasero" como me pidió alguna vez una súper preparada pero rudísima nutrióloga que consulté hace unos años, a la que terminé dejando precisamente por eso.

Lo que me hizo decidirme a hacer ejercicio no fue nada más que la vanidad. A estas alturas, cada día me cuesta menos trabajo creer que mi baja de peso va a ser definitiva. Pero si hay algo que me persigue en mis pesadillas es quedar como globo desinflado.

Sé que cuando logre bajar 40-45  kilos será imposible que la piel quede perfecta y en su lugar. Seguro tendré estrías y el pellejo me quedará colgado. Pero creo que hay cosas que puedo hacer para tratar de quedar lo mejor posible.

Y aquí es donde entra el ejercicio. Después de buscar información, leer testimonios de personas que bajaron mucho de peso (como el caso de Jazmín, quien bajó 80 kilos y ahora hasta corredora es) y preguntarle directamente a una de mis amigas que bajó 22 kilos y los brazos y el estómago le quedaron casi perfectos, llegué a varias conclusiones que les iré compartiendo en estos días. La primera aquí les va:

1.- Es imprescindible hacer ejercicios de fuerza

Para alguien como yo, que lloraba de cansancio después de caminar un par de kilómetros de corrido, el hacer ejercicios de fuerza es un salto cuántico.

Resulta que son las pesas, sentadillas, abdominales, lagartijas (todo lo más horrible) lo que más ayuda a que se vayan reafirmando los tejidos.

Obvio que en este momento de mi vida no puedo hacer ni una sentadilla completa, las únicas abdominales que me salen son las de "bicicleta acostada" y las lagartijas ni siquiera las contemplo en mi mente.

¿Qué es lo que yo hago? como principiante y como hago siempre que tengo dudas, acudo a los expertos. Mi psicóloga me recomendó que fuera a un gimnasio tipo Curves, en donde combinan ejercicio cardiovascular con aparatos con resistencia hidráulica para hacer ejercicios de fuerza. Das dos vueltas al circuito de aparatos, luego unos estiramientos y ya están tus 30 minutos de ejercicio.

El primer día les dije que era 1000% sedentaria, que tenía años sin hacer actividad física y que además, la última vez que fui a un gimnasio lo único que conseguí fue que me dolieran las rodillas. Aquí la clave fue ser sincera y decirles qué era lo que yo necesitaba.

La instructora adecuó la rutina de cardio para mí. Eso sí, los aparatos de fuerza no me los perdona para nada.
Este aparato que luce tan inofensivo es el que más trabajo me cuesta.

Después de 10 minutos ya quiero llorar, ya estoy sudando como maldito marrano y en lo único que pienso es en tirarme al piso.

Pero cada vez que quiero mandar a la instructora a la fregada con sus gritos de "CONTRAE EL ABDOMEN" pienso en:


Ella es Brooke. Una chava súper dulce que bajó 80 kilos con Weight Watchers, sólo cuidando su alimentación y ejercitándose. No tiene ningún reparo en ponerse bikini porque dice se lo merece por todo el empeño que puso para bajar de peso. Y a pesar de que hizo y hace ejercicio, su piel está así. Y si ella, siendo constante quedó así, ¿qué puedo esperar si me tiro a la flojera?.

Así que pienso en ella y entonces "CONTRAIGO  EL ABDOMEN".

El plan B para no tener la piel colgada después de bajar de peso es la cirugía plástica. Pero yo quiero evitar esa opción todo lo que pueda. Nunca me he sometido a ninguna cirugía y hacerlo por vanidad no me apetece.

Además, aún no he decidido si quiero tener o no hijos, así que necesito mi piel naturalita para que haya espacio para el embarazo (bueno, aunque 10 kilos más por un embarazo no se comparan con los 40 que ando cargando ahorita).

Apenas llevo dos semanas en el gimnasio. Es poco tiempo, lo sé. Y lo vivo como una tortura. Me han dicho que busque algún ejercicio que me guste, pero la verdad es que en este momento, a todo le encuentro peros.

 

 
 
Pero a mí que me dejen comerme mi torta a gusto. Si la planeo dentro de mi asignación de puntos, claro que la puedo incluir.